FIRMES  y  SALUDO MILITAR                                                                                                                                               Emilio Manuel Fernández Martín.

                                                                                              Reservista Voluntario.

                                                          

De los recuerdos de mi niñez, se agolpan sensaciones, imágenes, y emociones que me han acompañado durante toda mi vida, y  han dejado una huella perpetúa en mí ser.

Pasado el tiempo, me doy cuenta de que fui un niño afortunado, si afortunado, porque yo tuve dos padres, y evidentemente me explico:

Mi padre biológico, Emilio, trabajador, cariñoso, amante de su familia, lo que se puede definir como una buena persona y buen padre; y mi “padre adoptivo” Manuel, mi tío, hermano de mi madre y que vivía con nosotros cuando su profesión le permitía estar en tierra.

Mi tío Manuel (Manolito en casa), culminó su carrera profesional, al conseguir el título de Capitán de la Marina Mercante, navegó toda su vida en petroleros,  en la antigua Campsa.

Recuerdo sus atraques en el Puerto del Musel de Gijón, a bordo del Campoverde, íbamos toda la familia a recibirlo, aquella ceremonia, me impresionaba muchísimo, sus ausencias espaciadas en el tiempo, provocaban la emoción del que esta fuera y retorna, la primera visión grabada en mi mente es de ver a mi tío, en el puente de mando saludándonos, agitando los brazos un momento, para proseguir con la maniobra de atraque, aquel olor a mar y a fuel, los marinos moviéndose en cubierta, sus carreras, los prácticos, y su fuerte abrazo en el reencuentro. Tenía 7 años y lloraba por la emoción que todo lo anterior me ocasionaba, aun recuerdo la rabia que aquello me producía, yo no quería llorar, yo quería ser como él, que no lloraba, aunque en algunas ocasiones había notado un cierto brillo en sus ojos.

Mi tío Manuel, era un enamorado del mar, y como fiel a su único amor, soltero de por vida; su estancia en tierra era para la familia y los amigos, y del tiempo para la familia yo era la estrella invitada; de aquella yo era su único sobrino, tal vez para él, yo era el hijo que no tenía. Me relataba sus viajes, su trabajo, sus aventuras, los países que conocía, y me inculcaba valores, actitudes ante la vida, que sin yo saberlo entonces, absorbía como una esponja.

Mi primera gorra (foto realizada por mi tío)

Mi tío tenia un secreto, el trabajaba para la Marina Mercante, pero su corazón, estaba con la  Marina de Guerra, era un apasionado de nuestra Armada, sus ojos se abrían de forma pasional cuando hablaba de sus amistades de la Armada y del trabajo que desempeñaban.

Siempre tenía en su habitación la Revista General de Marina, de las cuales hoy me cabe el honor de tener algunas en propiedad, 45 ejemplares entre los años 1956 y 1960 y que custodio como “oro en paño”.

En un viejo tocadiscos de casa, me ponía  música militar, me enseño la posición de firmes y el saludo militar. Llegamos al acuerdo de que tanto a su llegada como a su partida, ya no nos íbamos abrazar; a partir de ahora como hombres y marinos, FIRMES y SALUDO MILITAR. Hoy me doy cuenta de que él, ya sabia el motivo de mis lagrimas (y lo que ello me provocaba), su fuerte y cariñoso abrazo. Ya no llore más, hasta cuando escuche por primera vez el himno nacional en formación en el CIM de Ferrol en el año 1978.

Mi primer saludo   (foto realizada por mi tío)

Ese niño fue creciendo y  seguía escuchando las aventuras de su tío, adsorbiendo mas y mas valores, a ese niño, ya con más años, se le sentó en una silla y su querido tío Manuel le ofreció embarcar con el durante las vacaciones del colegio, y en su nobleza y sinceridad, y tal vez con un objetivo oculto para mi en ese momento, me comunico: “Para embarcar, necesitaras la cartilla de navegación, y si la obtienes, irás durante el Servicio Militar a la Armada, ten en cuenta que son 18 meses de servicio, cuando en el resto de los ejércitos son 14 meses”. Mi contestación no se hizo esperar….. FIRMES y SALUDO MILITAR.

Navegue con mi tío, Gijón, Santander, La Coruña, hice mi servio militar en la Armada, 18 meses para mi inolvidables, y al terminar, el camino de mi vida llegó a su primer cruce, dos caminos diferentes, totalmente distintos, curiosamente representados por mis “dos padres”, el camino de la banca, que lo representaba mi padre Emilio, e implicaba la Facultad de Económicas, o el  camino de La Armada que lo representaba mi tío Manuel, e implicaba ir a Marín.

Decidir después de tantos años, si escogí el camino correcto, es para mi tan difícil como el mismo hecho original; si se, que nunca tuve ningún reproche por la decisión tomada, por parte de mi tío Manuel, y su apoyo y consejo durante mi vida profesional en banca fue incondicional.

Actualmente soy Director de una oficina bancaria, llevo 26 de profesión en la misma empresa, pero ahora, se me da la oportunidad, de que aquellos dos caminos tan separados, y de direcciones opuestas, se conviertan en una autopista de doble carril y de misma dirección.

 

Tengo una deuda con la Armada, he de pagar, aquellos 18 meses de formación, madurez y  forma de afrontar la vida que se me brindó, marcaron para siempre mi forma de ser y mis actitudes. Ahora creo que estoy en condiciones de ayudar y ser útil, con la experiencia conseguida durante estos años en mi vida civil.

 

Tengo una deuda con mi tío Manuel porque el, siempre quiso que yo fuera, lo que el no pudo ser, y le defraude, me enriqueció como persona e inculco unos valores básicos para afrontar la vida, así como el concepto de “compromiso”.

Mi tío Manolo

Tengo una deuda conmigo, lo que pudo ser y no fue, mi ilusión, el orgullo de pertenecer a nuestra Armada, se de las dificultades actuales con los nuevos ingresos de personal, lo más fácil es quedarse quieto, pero mi concepto de “compromiso” me lo impide.

Es por todo ello, que este año, dentro de poco espero , me presentaré a una plaza como Reservista Voluntario para la Armada, asumo desde el principio sus consecuencias, voy a servir, a realizar lo que se me ordene, y hacerlo con ilusión, se que supone un sacrificio, se que tendré que utilizar mis vacaciones, y lo que ello implica, y aunque tengo una cierta preocupación acerca de lo que pueda pensar mi empresa,  no hay ningún argumento suficiente para cambiar mi decisión, quiero servir a la Armada y a mi Patria……hasta que el cuerpo aguante o la Armada lo decida.

 

LA DUALIDAD DE MI VIDA.

Según me cuenta mi madre, había discrepancia con el nombre a ponerme, así que se decidió darme un nombre compuesto para no “incomodar” a nadie, Emilio Manuel.

Ejerzo de bancario (que no de banquero), y aspiro a ser Reservista Voluntario en la Armada.

Mi padre Emilio y  mi tío Manuel, fallecieron con 10 días de diferencia, el 3 de Junio y el 13 de Junio, en Oviedo, ciudad donde resido, sus restos descansan juntos.

Si consigo ser admitido y aprobar la Formación Básica Militar, y una vez este publicado mi nombramiento en B.O.D., al fin se habrán juntados mis dos caminos, lo que hace años no hice, lo podré realizar este año, lo único que me quedará será algo que tengo pendiente y que llevo dentro de mi corazón, subiré al cementerio, para honrar a mis dos padres, y ante su presencia….… “FIRME y SALUDO MILITAR”, lo que no se, es si esta vez……… volveré a llorar.